Ninfomanía y prostitución

Una de las primeras cosas que siempre se les dice a los más jóvenes antes de escoger el camino que van a seguir en la vida es que busquen su vocación. Este concepto, que nació hace ya mucho tiempo y designa al deseo de seguir aquello que nos gusta, que nos hace felices y que disfrutamos como medio de vida, es hoy cada vez más difuso. No tanto porque no existan oficios que pueden ser vocacionales, ya que prácticamente todos tienen ese matiz, sino por cómo el sistema nos empuja a elegir la estabilidad por encima de esa vocación. Puede gustarnos muchísimo la filosofía o la historia, pero si estudiamos esas carreras sabemos que lo vamos a tener complicado a la hora de encontrar un trabajo estable. La vocación artística también se hace muy patente en muchas personas, pero vivir de la música o de la pintura puede llegar a ser tremendamente complicado.

Por eso, en muchas ocasiones, la vocación se queda en un segundo plano frente a las opciones más adecuadas para poder pagar las facturas a final de mes. Llega un momento en el que buscamos simplemente un trabajo que no sea demasiado pesado, que nos de estabilidad, aunque no sea precisamente lo que más nos guste hacer. La vocación se queda en algo secundario, en un hobby, porque sabemos que por esa vía lo tendríamos muy difícil para llevar una vida “normal”. Incluso trabajos vocacionales como el de profesor, policía o médico también tienen sus partes oscuras y complejas, aludiendo a lo difícil que es conseguir una plaza en esos oficios. La vocación nace de aquello que nos gusta, que nos hace disfrutar, y esa definición literal nos llevaría a buscar un oficio en el que estemos todo el tiempo gozando. ¿Qué hay más divertido que el sexo? La vocación de ser amante profesional queda siempre reprimida por el tabú que supone el sexo en nuestro días, más como un oficio. La prostitución sigue estando muy mal vista, incluso perseguida y penada en muchos países. ¿Puede haber chicas que, por puro deseo y vocación, se dediquen a ello sin ser obligadas por nadie? Eso es lo que vamos a investigar en este artículo.

Un oficio muy diferente al resto

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Hablar de prostitución es entrar siempre en un terreno pantanoso, porque es un oficio muy peculiar. Antiguo, eso sí, ya que se lleva realizando desde hace siglos y ha podido superar pandemias, guerras y todo tipo de desastres. Eso también habla de la necesidad de que existan prostitutas, aunque el foco siempre se pone en la parte oscura, la de la esclavitud sexual y los abusos. No vamos a negar que esa parte exista, pero también hay muchísimas mujeres que, por necesidad, por pagar las facturas o por pura decisión propia, se implican como amantes profesionales. Es un oficio en el que ofrecen un servicio a cambio de dinero, como tantos otros, con la salvedad de que aquí el servicio es sexual. Y eso, obviamente, lo cambia todo, porque estamos hablando de una parte muy íntima de nosotros mismos.

Qué es la ninfomanía

Exponíamos antes la importancia de la vocación para determinar cuál sería nuestro trabajo ideal. En la prostitución, por ejemplo, la vocación suele ser algo secundario, y es un detalle interesante de analizar. A todos nos gusta disfrutar del sexo y pasarlo bien en la cama, y eso es básicamente lo que se hace en este negocio, ¿verdad? Sin embargo, hay una diferencia muy concreta que lo marca todo: el hecho de tener que acostarnos con desconocidos. Son muy pocas las chicas que eligen a los hombres con los que tienen sexo, porque al final los clientes son los que pagan y si quieres ganar dinero tienes que acostarte con ellos. Eso marca ya un abismo entre disfrutar del sexo habitual y tener que hacerlo con gente que igual no nos pone demasiado.

La vocación sexual puede venir dada por la ninfomanía, un incremento constante y  habitual del deseo sexual que suele darse en las mujeres, pero también en los hombres. Conocida también como hipersexualidad, este trastorno puede llegar a complicar la vida de más de una chica, ya que ese deseo provoca una adicción muy fuerte al placer sexual. Si llega a afectar a la vida social, una ninfómana puede tener muchos problemas a la hora de relacionarse con el resto, no solo por el peso de estar siempre pensando en sexo, sino por el tabú que eso supone para los demás. Muchas chicas han enfocado esa hipersexualización a través de la prostitución como una manera de solventar o al menos aprovechar ese “problema”, y han sabido canalizarla. La ninfomanía, sin embargo, es mucho más que estar todo el tiempo pensando en follar. Es un trastorno que puede descontrolarse fácilmente y hacer que la vida de la chica se complique.

¿Son todas las escorts ninfómanas?

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Si te dedicas profesionalmente al sexo, ya sea como amante profesional o como actriz porno, por ejemplo, la mayoría de hombres pensarán que eres ninfómana. Este pensamiento nace de la manera más simple: la mayoría de chicas se muestran reacias a tener relaciones sexuales, así que las que se lanzan a tenerlas son ninfómanas y adictas al placer. Si estás trabajando como escort o prostituta es porque te encanta follar y puedes hacerlo con cualquiera. Es una idea muy básica, pero que en muchos casos está más que extendida y se entiende como una verdad absoluta. Pero no es para nada así, como podremos comprobar simplemente echando un vistazo a los testimonios de muchas profesionales.

El sexo es para ellas algo placentero, al menos en  la mayoría de los casos, pero no sienten una adicción por acostarse con los demás. De hecho, la ninfomanía suele funcionar siempre que el deseo sexual entre en juego, pero si la persona con la que nos acostamos no nos llama la atención, ese deseo se pierde. ¿Una ninfómana se acuesta con cualquiera, sin pensar en si le pone o no? Por supuesto que no, al menos en la mayoría de casos. Las profesionales del placer van buscando unos altos ingresos, por encima de todo, un oficio que les permita ganar mucho dinero sin tener que estar atadas a un trabajo de muchas horas. El placer es importante, pero acaba siendo algo secundario como vamos a ver a continuación.

La profesionalidad por encima del deseo

Y es que por algo las llamamos profesionales del sexo. Las prostitutas no son chicas que simplemente entraron en este negocio por querer follar mucho. De entre todas las razones que una puede escoger, seguramente la más evidente es lo que se gana. Una escort puede ganar en una hora lo mismo que en una semana en cualquier trabajo precario a media jornada. Por eso este negocio sigue siendo también una alternativa para muchas mujeres, sean o no ninfómanas. Habrá quien pueda canalizar esa hipersexualidad a través de los encuentros sexuales y encuentre además una vocación en este negocio. La mayoría, sin embargo, simplemente lo hacen como alternativa a un mercado laboral imposible que las rechaza, como en el caso de muchas inmigrantes.

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