Categoría: Salud

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Publicado el 21 de octubre de 2021 por Carlos Domínguez

Cómo cuidan las prostitutas de su salud sexual

La prostitución es un oficio muy antiguo, tanto que algunos incluso piensan que es el más viejo del mundo. Esto seguramente sea una exageración, pero de lo que no hay duda es de que las mujeres llevan ofreciendo su cuerpo por dinero a hombres que no tienen reparo en pagar cualquier cantidad desde hace mucho tiempo. Es un trabajo que siempre ha sido polémico y ha estado rodeado de tabúes. El sexo es algo que muchas religiones han intentado coartar, teniéndolo como un pecado si su función no era la de concebir nueva vida. El placer por el placer no estaba bien visto, y a pesar de los adelantos que hemos tenido en los últimos años, ese tabú sigue marcado a fuego en la mente de muchos. Si tu trabajo consiste precisamente en ofrecer placer a cambio de dinero, seguramente tengas que llevar ese tabú a cuestas, aparte de otros muchos que la sociedad te endosará.

Por ejemplo, durante la Edad Media e incluso en épocas más recientes, en muchos países se culpaba a las prostitutas de las epidemias que tenían lugar. Desde la peste hasta la fiebre amarilla, pasando incluso por el SIDA, hace tan solo unas décadas. La figura de la prostituta como propagadora del mal y la muerte en forma de enfermedad de transmisión sexual ha sido utilizada por sectores conservadores para apoyar la abolición de este sector. En muchos países, de hecho, la prostitución es ilegal a día de hoy, y está perseguida con penas que pueden llegar a ser de muerte. Y sin embargo, seguramente no haya una sola ciudad en el mundo donde no encontremos, al menos, a una prostituta trabajando, por vocación o por necesidad. La prostitución siempre acaba instalándose en una sociedad, aunque sea marginada y mal vista. Y lejos de esa imagen de podredumbre e insalubridad que nos ha llegado, las escorts profesionales son seguramente las trabajadores que más cuidan su higiene. Les va su trabajo en ello, literalmente.

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Publicado el 2 de junio de 2020 por Carlos Domínguez

Papiloma en el pie ¿hay que preocuparse?

Hay problemas de salud que suelen ser bastante comunes y que, más allá de su gravedad, suponen una verdadera molestia y un quebradero de cabeza para aquellos que los sufren. Enfermedades que se desarrollan de manera casi natural y que no suponen un peligro demasiado grande, pero que sí que pueden llegar a marcar nuestra rutina, por ser tremendamente molestas y afectarnos por completo en nuestro día a día. Hablamos, por ejemplo, del papiloma en el pie, como se conoce de manera habitual a las verrugas plantares, un tipo de infección que aparece en nuestros pies a causa del consabido virus del papiloma humano. Aunque son fácilmente tratables y no suponen un peligro excesivo, lo cierto es que este tipo de lesiones, las propias verrugas plantares, pueden llegar a ser dolorosas y molestas.

Son muchos los que han sufrido de este problema a lo largo de los años, porque además es la consecuencia de una infección que puede coger cualquiera, especialmente en verano, cuando llevamos los pies más aireados e incluso vamos descalzos por muchos lugares. El papiloma en el pie puede variar su gravedad dependiendo de su localización, del tamaño de las lesiones que provoca, etc… Acudir al médico suele ser necesario cuando la situación empieza a ser molesta de verdad para quien las sufre, provocándole dolo por estar situadas estas lesiones en una zona bastante comprometida como son los pies, en continuo contacto con el suelo y soportando una gran presión de todo el cuerpo.

Publicado el 3 de octubre de 2018 por Carlos Domínguez

Madrugar. Técnicas para levantarte pronto sin esfuerzo

Dice aquel antiguo refrán que a quién madruga, Dios le ayuda, pero lo cierto es que hay pocas personas que decidan levantarse muy pronto por su propia cuenta, y más en un país como el nuestro, en el que eso de acostarse temprano no es precisamente lo más habitual. Madrugar no suele ser plato de buen gusto para nadie, pero es cierto que podemos adaptarnos mejor o peor, dependiendo de nuestra propia actitud, para que ese madrugón no nos afecte tanto. Por trabajo, por estudios, mucha gente debe levantarse temprano cada día, entre las siete y las ocho, o incluso antes, para entrar a su jornada laboral. En un país en el que éstas duran ocho horas, entrar más tarde supone no salir de trabajar hasta casi por la noche, y “echar a perder” casi todo el día. Así que al final, si queremos tener tiempo libre, lo mejor es levantarnos pronto para aprovechar al máximo tanto antes como después de trabajar.