Sarcófagos egipcios ¿conocemos su historia?

La muerte ha sido un tema que siempre ha fascinado al ser humano. Hemos aprendido muchísimo en nuestro largo caminar por la tierra, y pareciera que cada vez estamos más cerca incluso de entender lo que realmente significa morir, pero eso no quita que el misterio de lo que habrá más allá de ese velo oscuro, el último umbral que cruzaremos, siga siendo hoy tan desconocido como antaño. La creencia en el más allá, entendido como Paraíso, Infierno o simplemente como paso previo a la reencarnación, es un tema habitual en todas las religiones del mundo, desde las más complejas hasta las más sencillas, desde las que han llegado a nuestros días, hasta las que se quedaron en el olvido, absorbidas por los ritos de las otras. Todas, sin excepción, consideraban que había algo más allá de la muerte, y en muchos casos creían que esa otra vida podía ser la “definitiva”.

Por eso, en muchas religiones los ritos de entierro y despedida de aquellos que morían eran tratados de una forma tan especial, para ayudarles en su recorrido hacia ese más allá donde esperaban su llegada. Se sabe que nuestros antepasados ya enterraban con ritos funerarios a sus muertos hace miles de años, lo que indica la importancia de este paso definitivo hacia la muerte, hacia el otro lado, en las mejores condiciones posibles. Los finados eran vestidos con lujosos ropajes, y en sus tumbas se les acompañaba con manjares, joyas y sus objetos más valiosos. Una prueba muy popular de todo ello eran los enterramientos en el Antiguo Egipto, donde los nobles y reyes tenían sus propias tumbas, mausoleos y pirámides espectaculares, para descansar en la vida eterna dentro de sus ataúdes. Estos eran introducidos normalmente en sarcófagos, grandes recipientes de piedra adornados comúnmente con joyas y con dibujos, que servían como vehículo ideal para el viaje al Más Allá, o al menos así lo creían en aquella época.

Qué es un sarcófago egipcio

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Un sarcófago es un recipiente normalmente creado en madera o piedra, en el cual se introduce el cuerpo de una persona que ha fallecido, para protegerle en su viaje al Más Allá, según las creencias de la época. Fueron varias las culturas que llevaron a cabo el rito de meter a sus cadáveres en sarcófagos, pero los más populares son los egipcios, que se creaban con la propia forma de un ser humano, a medida, y eran adornados con inscripciones, dibujos y hasta incrustaciones de joyas para denotar el poder y la importancia de esa persona en vida. Los sarcófagos permanecían en tumbas y mausoleos que muchas veces eran visitables, por lo que era habitual que se adornasen para que los vivos pudieran deleitarse con esos diseños y supieran quien estaba dentro de aquella forma en piedra.

El surgimiento de los sarcófagos

La popularidad de los sarcófagos en el Antiguo Egipto procede de la moda de utilizar este método en la Antigua Grecia, el lugar donde realmente surgen estos grandes recipientes de piedra. De hecho, se creaban con una piedra especial que parecía devorar el cadáver en poco tiempo, de ahí su nombre original, sarcophagus. En el Antiguo Egipto, los sarcófagos se relacionan con el método de embalsamamiento y momificación, a través de los cuales se evisceraba al cadáver y se le embalsamaba para ayudarles a obtener la vida eterna. Estos sarcófagos eran posteriormente ubicados en los grandes mausoleos y tumbas de los cadáveres, muchas veces reyes y nobles, que tenían esos lugares de entierro en grandes pirámides. De ahí que muchos de los descubrimientos dentro de estas pirámides, a finales del siglo XIX, tuvieran que ver con estos misteriosos sarcófagos egipcios.

El proceso de momificación

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Cuando una persona moría en el Antiguo Egipto, si pertenecía a una clase pudiente y se quería conservar su cadáver intacto para que viajase al Más Allá, se recurría a la momificación, un proceso muy complejo pero en el que llegaron a tener una gran precisión en la época, ya que lograban resultados increíbles que incluso a día de hoy se mantienen. Lo primero que se hacía era desecar el cadáver con un nitrato llamado natrón. Posteriormente se solía purgar el cadáver, e incluso eviscerarlo, para mantener el cuerpo en el mejor estado posible. Se rellenaba el cuerpo con sustancias aromáticas para evitar la putrefacción y se volvía a introducir en nitrato, para ser conservado. Posteriormente, en algunos casos, se utilizaban papel de papiro y otros vendajes para conseguir que el cuerpo se mantuviera “entero”. Las vísceras y los órganos solían ser momificados aparte y se colocaban en la tumba, junto al cadáver, excepto el cerebro, que curiosamente era desechado por no tener ninguna relevancia, según los egipcios.

Tipos de sarcófagos egipcios

Aunque muchas veces pensamos en los sarcófagos como enormes recipientes de piedra colocados de pie sobre la pared, por lo que hemos visto en tantas y tantas películas sobre todo de terror, lo natural es que estuvieran colocados sobre el suelo, y fueran tumbas de piedras al modo antiguo, donde el cadáver descansaba horizontalmente, algo lógico por otra parte. Existían distintos tipos de sarcófagos en el Antiguo Egipto, diferenciados especialmente por su forma. El sarcófago de tapa plana, el más habitual de todos, era muy sencillo y consistía en un gran recipiente rectangular de piedra, con inscripciones y detalles en sus laterales, y una tapa pesada que cubría la parte superior. También había sarcófagos en forma ovalada, menos populares que los anteriores, pero que tuvieron cierta fama entre las dinastías III y IV.

Los sarcófagos también podían ser lisos y no tener ningún tipo de inscripción ni detalles en sus paredes laterales. Era habitual que aquellos que no tenían tanto dinero en la época echaran mano de esta solución, más económica. Por último, también encontramos sarcófagos con la tapa lisa y ornamentada a la manera de una cornisa egipcia. Era un detalle interesante en la época tardía de las Dinastías. Por supuesto, hablamos de los grandes sarcófagos rectangulares de piedra. Algunos reyes y faraones se hacían construir también otros sarcófagos más pequeños, de madera, que eran diseñados con la forma de un humano, donde se introducía finalmente la momia. Esos son los sarcófagos que nos han llegado a través de las películas de terror, en tonos dorados y azules, con  muchos dibujos y diseños en su tapa, pero no eran los más habituales.

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